A pesar de las altas temperaturas, los vientos constantes y un perfil del suelo con poca agua, el cultivo de maní nació bien. Según la primera estimación de la Cámara Argentina del Maní, se sembraron alrededor de 395.000 hectáreas. En principio, ésta superficie sería menor a la del año pasado que estuvo en torno a las 417.000. De cualquier manera, el dato se va a ajustar cuando aparezcan las cifras oficiales que nos dan la totalidad de la superficie.
“El maní es resistente a estas condiciones en la primera etapa, pero ahora empezó a florecer y comienza a ser determinante el aporte de las lluvias. Podemos decir que, de todos los cultivos estivales, en la región, es el que mejor viene” dice el ingeniero agrónomo Ricardo Díaz.
A diferencia de otros años, en esta campaña San Luis y La Pampa arrancaron temprano con las siembras debido a que la región central del país no acumulaba suficiente humedad. “En el caso de la provincia de Buenos Aires, donde el cultivo viene avanzando mucho en los últimos años, la situación es similar a la del resto del país” -comenta Díaz y agrega- “Lo que estamos viendo desde hace algunos años, es que hay grandes diferencias en cortas distancias y eso tiene que ver con las lluvias. No hay tormentas parejas que abarquen grandes áreas, entonces uno puede encontrar diferencias significativas en pocos kilómetros”.