Como viene sucediendo en las últimas campañas, los excesos de humedad que persisten, aun cuando llevamos más de la mitad del otoño, hacen muy difícil la tarea de recolección del maní. La inestabilidad climática y falta de condiciones que contribuyan al secado natural de la planta, convierten en una odisea la cosecha, dificultando la mecanización de la trilla por el estado de las andanas.
Días pasados el contador Luis Maccario, actual presidente de la Bolsa de Cereales de Córdoba en declaraciones a Agroverdad, dijo: “Debido al tiempo húmedo y días cubiertos de nubes, durante el mes de mayo no se ha podido avanzar en la trilla. Con el cien por ciento de las hectáreas arrancadas, el área cosechada no debe llegar al 7%”.
Solo basta tomar algunas de las rutas que llevan al sur de la provincia, para observar decenas de lotes con el maní arrancado y contratistas a la vera del lote esperando trillar y llevar el mani a las plantas.
Si bien existen métodos como los removedores de andana para despegar el cultivo del suelo y posteriormente poder ser recolectado, el problema es que ante todo movimiento que reciba la planta se corre el riesgo del desprendimiento de las cajas, disminuyendo significativamente los rendimientos. Es de destacar, que este inconveniente se agudiza en suelos más pesados en regiones como Las Junturas o Río Segundo, donde los contratistas se las ingenian para cosechar un grano lo más limpio posible.
Contrariamente a lo esperado, contratistas de la región de La Carlota, aseguran que lo poco que se pudo recolectar rindió bien, pero es necesario que el clima mejore y avanzar en el ritmo de cosecha, que hoy apenas si supera las 5 hectáreas/día. Además, cada día que pasa sin cosechar, el contratista encarece sus costos ya que debe seguir abonando a sus empleados los días de trabajo.
Posterior a su recolección el maní es llevado a las plantas donde allí comienza otra odisea. El exceso de humedad en el grano requiere de un buen secado previo a su procesamiento. Sucede que al retrasarse la cosecha, la capacidad de secado de las plantas satura rápidamente generando un cuello de botella y largas colas de camiones que esperan en los parques de estacionamiento y calles linderas a las industrias.