Uno de los datos salientes de la campaña es la drástica caída en la superficie implantada, que Díaz estimó entre un 25 y un 27 % menos respecto del ciclo anterior. En números concretos, se trata de entre 130.000 y 140.000 hectáreas menos.
Sin embargo, el especialista aclaró que la comparación se realiza sobre un récord histórico: “Venimos de la mayor siembra de la historia, con casi 530.000 hectáreas”. Aun así, la reducción es significativa y comienza a marcar un nuevo escenario productivo y comercial.
Siembra temprana y tardía: dos realidades bien distintas
La siembra se inició de manera temprana, pero en muchos sectores debió interrumpirse por falta de lluvias y bajas temperaturas. A comienzos de noviembre se retomaron las labores, aunque nuevamente aparecieron limitantes climáticas.
“La situación hoy muestra dos grandes grupos muy marcados: la siembra temprana y la siembra tardía. En el primer caso, el cultivo presenta un buen desarrollo vegetativo, con plantas formadas y en etapa de floración. En el segundo, el maní exhibe un atraso evidente. Algunos lotes emergieron hace apenas diez días y se observan plantas muy chicas para la época” explicó Díaz.
Incluso dentro de la siembra tardía, el ingeniero distinguió dos subgrupos: aquellos que, sin haber sido tan tardíos, comienzan a recuperarse, y los sembrados muy sobre el final, que todavía muestran un crecimiento muy limitado.

Clima: lluvias escasas y condiciones exigentes
Si bien durante noviembre se registraron lluvias semanales, el volumen acumulado fue muy inferior al del año pasado. “En noviembre del ciclo anterior llovió casi tres veces más que este año”, indicó Díaz.
A eso se sumaron días con viento norte intenso y temperaturas muy elevadas, lo que acentuó el estrés en zonas con baja provisión hídrica. El resultado es un cultivo claramente desuniforme.
Cerca de un 40 % del maní se encuentra en muy buenas condiciones, creciendo a un ritmo similar al de las dos campañas previas, y entre un 50 y un 60 % del área está atrasada, con plantas más chicas de lo habitual para esta altura del ciclo.
“Hoy no tenemos un desarrollo parejo del cultivo. Más de la mitad del maní está chico para la época”, resumió el especialista.
Expectativas: recuperación posible y atención puesta en enero
Pese al panorama actual, Díaz se mostró moderadamente optimista: “El maní se recupera muy rápido con lluvias y buenas temperaturas, puede agarrar viaje”.
Enero será un mes clave, cuando el cultivo deba comenzar la formación de frutos y el cierre del surco. Allí se verá con mayor claridad el impacto final del atraso inicial.

Impacto en el mercado
El contexto productivo también comienza a reflejarse en las expectativas comerciales. Actualmente, el mercado se mantiene deprimido, con una importante oferta de Argentina y Brasil y precios bajos.
No obstante, Díaz señaló que ya hay interés por la cosecha nueva y que la menor área sembrada, sumada a las condiciones no ideales de la campaña, podría generar una mejora:
“Cuando el mercado vea la reducción de área y el estado del cultivo, probablemente los precios empiecen a recomponerse, sobre todo en lo vinculado a cosecha nueva”.


















