Hace un año exactamente, quien escribe, recomendaba dejar los enojos de lado, y pensar en si vender, comprar, sembrar, estoquear, invertir o lo que sea, era negocio o no para el campo. El enojo no suele ser buen consejero. Las diferencias del gobierno con el campo, o del campo con el gobierno, no ayudan a tomar buenas decisiones, y en definitiva suele ser una discusión profunda pero estéril y pasajera.
La enumeración de los problemas, es hasta un punto, agobiante. Por lo cual, no hay otra posibilidad que fortalecerse como se pueda. La encrucijada enfrenta a toda la cadena del campo a mejorar internamente para prosperar cuando el entorno permita salir del estancamiento. Sembrar con un gobierno y cosechar con otro, es una señal importante.
Mucho se ha hablado de posibles medidas cambiarias. Ni minidevaluaciones a las apuradas, ni una devaluación brusca como en 2014 –escenarios que como rumor siguen contaminando las decisiones- no resolverán la encrucijada que enfrenta el sistema productivo agroindustrial argentino. Más allá del corto plazo, la mirada argentina del agro está necesitando nuevos criterios, en su dinámica comercial, productiva y de utilización de los suelos.
Se trata de ocuparse más que únicamente preocuparse. El mundo entero seguirá necesitando alimentos y nuestro país seguirá teniendo más de 3 millones de km2 de tierra fértil, para producirlos, por eso hay que vencer el miedo, aunque sea difícil saber encontrar la salida.
Preparados para un ciclo algo más favorable para el campo, las oportunidades, aunque escasas, son invertir todo aquello que se pueda en pesos, especialmente tecnología e insumos para producir más. Mejorar para cuando la demanda y los precios se acomoden, es una buena manera de ser proactivos.
Diversificar los cultivos en la medida de lo posible. Estudiar los suelos, tratarlos inteligentemente, puede ampliar el espectro de cultivos, aumentar considerablemente los rindes, y de esta manera apaliar la demanda en baja de uno o con un crecimiento inesperado de otro.
Vender la producción y comprar bienes durables que cotizan en dólares, o insumos en pesos, hacerse de liquidez para reinvertir cuando los precios de los activos son bajos, diversificarse, apostar al crecimiento y desarrollo.
Asociarse para ganar oportunidades. Recurrir a terceros puede ser más oportuno que nunca para estar fuertes frente a un imprevisto.
Ser flexibles. Terminar con ciertos dogmas, es una estrategia para mejor plantarse en el mercado. La oferta es mucho más dinámica que la demanda, y hay que saber elegir.
En la cadena está la posibilidad de ver las cosas, de un lado o del otro. Lo que es cierto, es que aquel que entienda la oportunidad seguramente tomará ventaja para cuando la situación se acomode.
Por Juan Francisco Dillon – Gerente de Operaciones de Nitrasoil Argentina