“Agrostrat SA es la primera empresa en Latinoamérica que dispone de un equipo comercial de generación de plasma frío con alimentación de oxígeno o mezcla de gases”, señala el ingeniero Aníbal Gomila, presidente de Agrostrat, en un reporte enviado a TodoManí.com.ar.
Al explicar el funcionamiento de la tecnología puntualiza que “el plasma frío ioniza fuertemente el gas portador generando ozono, oxígenos monoatómicos (hasta oxígeno 7) y radicales libres, productos todos fuertemente oxidantes, que destruyen por contacto todo tipo de virus, bacterias, hongos, levaduras y la mayoría de las toxinas rebeldes”. El titular de Agrostrat puso especial énfasis en el aporte de esta tecnología para el combate a las aflatoxinas en maní.
El plasma frío implica un proceso inocuo. “Pruebas realizadas en maní, maíz, burlanda, maíz pisingallo y otros cereales dieron excelentes resultados, sin agregar ningún tipo de tóxicos a estos granos. Es un proceso totalmente inocuo”, enfatiza Gomila.
Cabe destacar que Agrostrat SA también aplica el plasma frío al tratamiento de semillas, mejorando todos los parámetros, como por ejemplo el peso del tallo, el tamaño de la raíz, la absorción del agua, el vigor y la germinación. “Pruebas realizadas en semillas de maíz, trigo, soja, maíz pisingallo y arroz, dieron excelente resultados, incrementando el rendimiento en altísimos porcentajes”.
Plasma frío, una tecnología de futuro
En un meduloso informe, el especialista José Juan Rodríguez Jerez, editor científico de Infooders destaca que el plasma frío es una tecnología en plena fase de desarrollo que está despertando interés en entornos domésticos y de restauración colectiva
El artículo en cuestión puntualiza lo siguiente:
Es bien cierto que, en ocasiones, la tecnología aplicada a los alimentos genera en los consumidores algo de rechazo. Suele ocurrir que la poca comprensión de la tecnología o de los beneficios que aporta, o la creencia de que “hay gato encerrado”, puede llegar a generar temor y desconfianza. Lo que se desconoce, o no se tiene suficientemente en cuenta, es que los grandes avances en reducción de los peligros asociados a los alimentos han supuesto una reducción significativa de las enfermedades de transmisión alimentaria. En consecuencia, cada vez es menos visible que el consumo alimentario pueda suponer un riesgo para la salud de los consumidores.
Todo ello se traduce en una percepción errónea sobre la necesidad de la tecnología alimentaria que está alimentando una tendencia creciente por el consumo de alimentos crudos o poco procesados. La respuesta a esta tendencia es la introducción de tecnologías inocuas, que no alteren las características del alimento y que supongan un beneficio evidente para los consumidores, aspecto que está produciendo un impacto más que interesante para la industria y para el propio consumidor.
Es justamente en este ámbito que la tecnología de plasma frío está ganando adeptos. El fundamento de esta tecnología se basa en la aplicación de energía sobre un gas portador; de manera tal que este gas se inestabiliza, liberando radicales libres y moléculas oxidantes ionizadas, que son los responsables del efecto deseado. Los gases portadores pueden ser el aire, el oxígeno, el nitrógeno o el helio. En ningún caso se emplean sustancias químicas extrañas, por lo que no hay compuestos tóxicos, ni cancerígenos, ni se crean condiciones de toxicidad para las personas ni animales. El principal modo de acción se relaciona con la acción de la luz ultravioleta y se consideran fríos porque la temperatura del plasma está siempre en el entorno de la temperatura ambiente.
Microorganismos
Mucho se ha hablado de la capacidad para destruir microorganismos por este tipo de plasma. Esto se debe a que la aplicación de radiación ultravioleta sobre unas placas metálicas implica que el metal (normalmente aleaciones en las que se puede encontrar cobre, plata, titanio, junto con otros metales catalizadores) permite una transición de electrones en su superficie, creando situaciones inestables en los gases que los rodean. La consecuencia es que se crean formas reactivas de oxígeno y radicales libres que reaccionan con la materia orgánica que encuentran a su alrededor. Esto supone la eliminación de microorganismos y la desaparición de malos olores. En cualquier caso, no es una tecnología definitiva, aún está en investigación y es posible que se desarrollen nuevas aplicaciones en el futuro.
El plasma o gas con formas reactivas anti-materia orgánica no se libera en grandes cantidades en el medioambiente. Los radicales libres son moléculas muy inestables, por lo que no van a reaccionar a grandes distancias del punto de generación. La vida media de muchas de estas moléculas reactivas es de algunos milisegundos, debido a su gran inestabilidad.
Si no hay materia orgánica con la que reaccionar, el sistema se estabiliza, desapareciendo el efecto. Por este motivo, la generación de plasma se realiza en el interior de un reactor. Este no es otra cosa que un recipiente cerrado, donde se hace contactar la radiación UV con la superficie metálica, en presencia del gas correspondiente. A través de este reactor se hace circular aire, que se trata mientras circula por su interior. Por este motivo, la eficacia del tratamiento depende de la superficie de contacto del reactor y la velocidad del aire en su interior.
Inactivación
Si en el aire se encuentran microorganismos, estos se ven afectados por el plasma generado, inactivándose, lo que permite generar un aire con una baja carga microbiológica. De la misma manera, si en el aire hay sustancias volátiles, responsables del olor, estas se oxidan, con lo que desaparecen los olores de forma rápida.
En consecuencia, es un buen sistema desodorante para instalaciones, donde desaparecen olores a fritura, pescado o cualquier otro que suponga un cambio organoléptico. Es, por tanto, una buena tecnología a aplicar en cocinas de colectividad o incluso domésticas, puesto que se neutralizan los olores y crea un ambiente agradable.
También se ha considerado esta tecnología para reducir la carga microbiológica en superficies. Aunque el plasma desinfecta el aire, es sin embargo poco eficiente en la desinfección de superficies. Para lograr que actúe adecuadamente, la higiene general ha de ser muy buena, evitando las contaminaciones cruzadas entre diferentes puntos. No obstante, difícilmente podrá sustituir la desinfección química tradicional.
En personas y animales
Como se ha señalado, el plasma se genera dentro de un reactor, produciendo elementos muy reactivos, con escasa vida media. Esto hace que la concentración de sustancias reactivas en el aire sea inexistente. Por tanto, no quedan residuos que reaccionen con la piel o las mucosas de las personas o de los animales domésticos, en el caso de los hogares.
Se trata, por tanto, de una tecnología eficiente para el tratamiento del aire y limpia, con baja o nula toxicidad, lo que indudablemente la hace interesante para su aplicación industrial, pero especialmente para el entorno doméstico y de cocinas.