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Tercera generación de contratistas apasionados por el maní

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Guillermo Stucky cuenta cómo el cultivo se expande más allá de su región original ofreciendo una alternativa para mejorar márgenes.


“Mi padre tenía campo y cuando terminé la secundaria compré una sembradora de grano fino y comenzamos a sembrar todas las pasturas de la zona. Luego sumamos la siembra de trigo, y tiempo después compramos la máquina para sembrar maíz y soja" y con la experiencia de 3 o 4 años me decidí por el maní, y compré una arrancadora. Así cuenta su experiencia Guillermo Stucky, oriundo de Punta del Agua, a 20 km de Hernando, capital nacional del maní, quien además de contratista es productor.
 
Desarrolla su actividad en diversos lugares de La Pampa, San Luis, Buenos Aires, Córdoba. “Es que hace más de 25 años que soy contratista, y mi padre como mi abuelo fueron maniseros y he trabajado mucho tiempo con gente que conocía mucho de la actividad de los que he aprendido todo lo que sé”.
Somos colonos de larga data que comenzamos trabajando nuestros campos, que luego debimos alquilar a las empresas procesadoras de maní y trabajar de contratistas. Ahora prácticamente estamos trabajando de empleados. Desde las empresas dicen, con razón, que es la ley de la oferta y la demanda. En estas condiciones, quienes compran herramientas son los que se asocian con las empresas para brindarle los servicios.
 
¿Cómo está la actividad del contratista manisero?
La actividad está muy golpeada y estos últimos años no pudimos recomponer costos ni aplicar tecnología ni herramientas nuevas. Es decir, que el sector esta complicado.
 
Hace unos 10 o 12 años cobrábamos de 50 o 55 dólares por hectárea la arrancada de maní, y ese valor es de 5.500 a 5.800 pesos que en realidad se reducen a 4.100 a 4.300 pesos en función de los descuentos por calidad de cosecha y humedad. Y los costos de combustible e insumos, tuvo otra evolución. Algo bueno es que algunas empresas le entregan a cuenta el gasoil al contratista y lo cobran a la entrega de la cosecha.
 
Si hablamos de cubiertas, las de cosechadora cuyo precio de compra era de 80 o 90 mil pesos, ahora están en 300 o 350 mil pesos. Y hablamos de las cubiertas de las cosechadoras de maní que no son las sojeras, que son mucho más grandes.
 
En lo que hace al renglón de los repuestos, los ítems se valúan en dólares, y el contratista cobra su trabajo en pesos a 30, 60 y 90 días en promedio.
 
A ello se le suma el hecho de que la mecanización del maní, evolucionó muy rápido y en la actualidad se hace el trabajo cada vez más rápido en la industria.
 
Esa mayor rapidez hace que dispongamos de menos tiempo para hacer el trabajo de campo, y entonces hacemos menor cantidad de hectáreas por año y por máquina.
 
Es decir, en promedio con una arrancadora doble, o una simple de 4 surcos, si antes hacíamos entre 200 a 220 hectáreas por año, y ahora es frecuente que no se superen las 120 hectáreas en arrancado de maní.
 
Por otro lado, el valor de una arrancadora es de 53.000 a 56.000 dólares, con lo cual, cobrando unos 4100 pesos por hectárea el arrancado, la amortización ha de prologarse algunos años.
¿Cómo es el trabajo desde el punto de vista técnico?
El maní es muy estricto en la fecha de siembra con una ventana que se extiende por un mes. En caso que una lluvia atrase el trabajo, la fecha óptima de siembra se mantiene, y arranca los primeros días de octubre con duración hasta el 15 o 20 de noviembre. Si se siembra más tarde aumenta el riesgo de perder calidad y/o rendimiento.
 
Otro detalle para tener en cuenta es que el maní tiene altos costos de producción, lo cual se puede ver con solo con pensar que requiere entre 5 a 7 aplicaciones con la pulverizadora, en tanto que en soja son 2 a 3.
 
Pero la situación del contratista es complicada y quien puede adquirir una máquina, es porque ya tiene tres o cuatro unidades en operación, tiene muchos años en el rubro y pasó por buenas épocas. Pero el que se inicia actualmente en la actividad y compra una máquina precisará al menos siete u ocho años para su amortización.
 
Debido a este panorama en general, la mayoría de los contratistas llegan al final de la campaña con la administración complicada, situación que data de hace unos 8 a 10 años.
 
De todas maneras, tengo más equipo para desarrollar otros negocios como una sembradora neumática y una cosechadora chica para hacer los bajos en soja, es decir tengo todo el equipo con tractor y demás cosas como para hacer un buen servicio.
 
El maní está en plena expansión en Argentina Como una opción para mejorar los márgenes agrícolas, se van incorporando nuevas áreas maniseras para el lado de Mar del Plata, Salta, Catamarca y Santiago del Estero. También se está expandiendo en todo el norte de Córdoba, en San Luis y en Santa Fe.
 
Eso hace que muchas empresas que antes se dedicaban a actividades como soja, girasol y trigo, se vuelquen en alguna medida al maní. En este contexto el que no tiene mucha experiencia en el cultivo, necesita de charlas técnicas y entrenamiento para poner a punto las arrancadoras.
 
 
¿Cómo influyen las zonas que se incorporan a la producción de maní en el valor de los alquileres de campo?
Las nuevas áreas traen cambios en el valor de los alquileres de campo. Ello se observó el año pasado cuando se pagaron hasta 800 dólares por hectárea, bastante más de los acostumbrados 400 dólares. Y es el cambio de zona el factor que genera los nuevos valores. Este año hay demanda por mil dólares la hectárea.
 
Pero lo cierto es que un rinde normal del maní con los avances de la genética de estos últimos años, alcanza los 35 a 40 quintales por hectárea y algo más, pero el año pasado hubo rindes de 80 a 88 quintales, que se dieron en Santa Fe y Buenos Aires. Son lugares con la napa más cercanas a las raíces y entonces los rindes son muy buenos. En esos lugares con rindes potenciales altos, puede que los costos permitan pagar un alquiler más elevado que de costumbre.
 
Algo importante a considerar en la producción de maní, es la rotación de cultivos para evitar los daños del hongo que ataca al maní, de la familia de Aspergillus que produce las aflatoxinas.
 
Más allá de los detalles el trabajo en el maní es una actividad que me apasiona sin duda. Por ello con mis 47 años y siendo tercera generación de una familia de maniseros, le he dedicado mi vida profesional. 
 
Fuente: Clarín Rural

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Actualizado a: 01/11/2024

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