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Se abre el abanico de cultivos para el centro árido de la Argentina

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Hacer agricultura en el este de San Luis exige producir en un ambiente con limitaciones térmicas e hídricas. Un estudio comparó los rindes de maíz, sorgo, maní y soja con los de la región núcleo pampeana y halló que, ajustando el manejo, se pueden incorporar estas especies a las rotaciones.


En las últimas décadas, el corrimiento de la frontera agrícola hizo que en San Luis, una zona semiárida e históricamente ganadera, se comenzaran a producir cultivos de verano como soja y maíz. En esta región, la baja disponibilidad de agua en el suelo, las altas temperaturas y un corto período sin heladas limitan las posibilidades de la agricultura. Sin embargo, una práctica de manejo como sembrar en fechas tardías permitiría lograr rendimientos buenos y estables. En este marco, los investigadores se preguntan en qué medida esos rindes son comparables a los de la Región Pampeana, y si existen alternativas productivas que puedan incorporarse a las rotaciones, con buenas cosechas.
 
Un estudio del INTA y el Conicet, enmarcado en una tesis doctoral en la Escuela para Graduados de la Facultad de Agronomía de la UBA (EPG-FAUBA), encaró este interrogante y comparó los rendimientos de maíz, sorgo, maní y soja entre dos localidades representativas de cada región, Villa Mercedes y Pergamino, en dos campañas agrícolas y dos fechas de siembra. Los resultados sugieren que, en la región de Villa Mercedes, las rotaciones agrícolas podrían incluir a los cuatro cultivos, aun cuando los rindes fueron menores que en Pergamino. En cuanto a las fechas de siembra tempranas versus tardías, los rendimientos variaron según el cultivo.
 
“Al comparar Villa Mercedes contra Pergamino vimos que la soja rindió hasta un 58% menos —1.179 vs. 2.800 kg/ha—, mientras que para el maíz la diferencia fue del 45% —6.394 vs. 11.670 kg/ha—. Por su parte, el sorgo rindió hasta un 35,5% menos —6.394 vs. 11.670 kg/ha— y el maní sólo cayó un 19% —215 vs 265 kg/ha—”, detalló Maximiliano Riglos, becario de Conicet/INTA y estudiante del Doctorado en Ciencias Agropecuarias en la EPG-FAUBA bajo la dirección de María Elena Otegui, docente de esa Facultad e investigadora del Conicet, y de Jorge Mercau, también docente de la FAUBA y profesional del INTA.
 
Maximiliano, quien expuso estos resultados en la Séptima Jornada de Intercambio Académico Ámbito Público-Privado en el INTA Oliveros, Santa Fe, señaló a Sobre La Tierra que la posibilidad de realizar siembras tardías podría significar una ventaja en ambientes semiáridos como el de San Luis, ya que, si llueve, el suelo podría acumular más agua para el cultivo. Su trabajo muestra que, en general, este manejo agronómico rindió buenos frutos en cuanto a rendimientos, salvo en el caso del sorgo.
 
“En nuestra región, el maíz se comportó como esperábamos, dado que rindió un 3% más en siembras tardías que tempranas. Lo mismo sucedió con la soja y el maní, que al sembrarlos tardíamente rindieron un 10% y un 4,7% más, respectivamente. Lo que nos sorprendió fue el comportamiento del sorgo, que en siembras tardías rindió un 28% menos que en las tempranas”, dijo Riglos, y agregó que este último resultado podría deberse a que para evitar las heladas de abril en Villa Mercedes emplearon una variedad que termina su ciclo en menos tiempo.
 
Apoyado sobre estos resultados, Riglos destacó el mensaje de su trabajo. “Actualmente, en nuestra región llueven 730 milímetros por año. Si bien es menos que en Pergamino, esta cantidad de precipitación hace que los cuatro cultivos se puedan realizar en el este de San Luis, algo impensado en el pasado, cuando sólo se hacía ganadería. Para mí no tiene sentido pensar en cuál o cuáles de ellos conviene más. Lo importante es que ahora sabemos que, con mayores o menores rindes, todos pueden entrar en una rotación agrícola, obviamente tomando los recaudos que requiere una zona semiárida”.
 
Dos cultivos en expansión
 
Uno de los aspectos más interesantes del trabajo de Riglos es que profundizó en el desempeño agronómico del sorgo y del maní, dos cultivos promisorios para la región y que usarían el agua del suelo de forma más eficiente que el maíz y la soja. “Hace mucho tiempo, en esta zona era muy frecuente ver campos con sorgo; con el tiempo, la soja y el maíz tardío lo reemplazaron casi por completo. Incorporarlo a las rotaciones tendría ventajas y, como decía antes, hay que tomar precauciones en cuanto al manejo del cultivo”.
 
Maximiliano afirmó que el sorgo es muy rústico y que requiere relativamente pocos cuidados, excepto por las palomas, las cotorras y otras aves granívoras que atacan las semillas que crecen en la panoja (su inflorescencia ubicada en la punta del tallo). En términos agronómicos, una gran ventaja de este cultivo es que genera mucha biomasa que con el tiempo tiende a mejorar las propiedades de los suelos. Esto es clave en el este de San Luis, ya que son suelos más frágiles que en la Región Pampeana.
 
“El maní también está creciendo en superficie en San Luis, lo cual se puede ver al recorrer la Ruta Nacional 7, por ejemplo. Es el cultivo más frecuente en la región de Gral. Cabrera, en el centro-sur de Córdoba, donde se obtienen altos rendimientos. Como tiene un buen precio de mercado, además del beneficio de incluirlo en una rotación que rompa la secuencia maíz-soja, está el incentivo económico. Incluso, por ser una leguminosa no necesita fertilización con nitrógeno”, explicó Maximiliano, quien integra un equipo de trabajo de INTA-Conicet junto a Jorge Mercau, Ricardo Haro, Alfredo Cirilo, Luis Mayer y María Elena Otegui.
 
Por otra parte, según Riglos, para producir maní hay que tener grandes cuidados, tal vez más que en los otros tres cultivos. Una característica propia de esta especie es que después de la polinización, el fruto se clava en el suelo y madura bajo tierra. Si el suelo está muy seco y duro, este proceso no se da y la cosecha se puede llegar a perder. Asimismo, para cosechar los frutos es necesario ‘dar vuelta’ el suelo con maquinarias, algo que en estos suelos frágiles siempre implica un riesgo de degradación por erosión eólica.
 
Tener en cuenta el estrés
 
El enfoque que usó Riglos permitió establecer las diferencias entre Villa Mercedes, al límite de la frontera agrícola, y una de las localidades agronómicamente más productivas del país como Pergamino. Las diferencias que encontró en los rendimientos se vinculan con limitaciones ambientales hídricas y térmicas propias del este de San Luis. A partir de aquí, el objetivo de Maximiliano en un plazo no tan lejano es cuantificar ambos estreses para, con esa información, ayudar a los productores de la región a mejorar el manejo de los cultivos.
 
“Hoy en día es muy común tomar decisiones de manejo en base a modelos de computación como el DSSAT (del inglés, Decision Support System for Agrotechnology Transfer) porque permiten anticipar con cierta confianza cómo se comportarán los cultivos. El problema es que no tienen en cuenta, por ejemplo, el estrés térmico. Si los usamos para una región como San Luis, seguramente darán valores de rendimiento más altos que los reales. Mi idea es incluir este efecto en los modelos. No quiero que mi trabajo quede sólo en ciencia básica; quiero generar una herramienta para la región”, concluyó.
 
Por: Pablo A. Roset – (SLT-FAUBA) 

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Actualizado a: 10/09/2024

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